Aparte del color, ahora sabemos que lo que hace que el vino tinto se diferencie del vino blanco es la presencia de taninos en el producto final. Estos taninos provienen de las pieles, semillas y tallos de la fruta de la uva y hacen una gran diferencia, especialmente en el sabor. Los taninos aportan un sabor fuerte, pesado y más complejo al vino.
El vino tinto está hecho de uvas rojas y algunas veces negras, mientras que el vino blanco está hecho de uvas blancas y algunas veces negras. El vino tinto y el blanco se someten básicamente al mismo proceso, excepto que la piel, las semillas y el tallo de la uva también se procesan para hacer vino tinto.
La piel y las semillas de las uvas excretan los taninos, lo que hace que el color del vino se vuelva rojo y hace que el sabor sea más complejo.
El vino blanco es más ligero y más afrutado en comparación con el vino tinto.