Polonia ha sido históricamente uno de los países católicos más fuertes del mundo. Durante el período de dominación comunista que comenzó en 1945, esta iglesia sufrió una gran represión por parte del estado. Un cambio en el liderazgo del partido en octubre de 1956, sin embargo, provocó una nueva relación entre la iglesia y el estado, que incluía instrucción religiosa voluntaria en las escuelas y otras garantías para la Iglesia Católica Romana. La posición de la Iglesia mejoró aún más cuando el arzobispo de Cracovia, Karol Cardenal Wojtyla, se convirtió en el Papa Juan Pablo II en 1978. En 1989, la Iglesia Católica Romana recibió finalmente el estatus legal. Se firmó un concordato con el Vaticano en 1993 y fue ratificado por el Parlamento en 1998.

Se estima que más del 96% de los polacos son nominalmente católicos romanos. Aproximadamente el 1,3% de la población es miembro registrado de la Iglesia Ortodoxa del Este.