La maleabilidad de la celulosa y su tendencia a asentarse pueden ayudarla a entrar en áreas de difícil acceso, pero también es un problema. A medida que la celulosa se asienta, se vuelve más delgada y pierde bolsas de aire, lo que reduce su valor R con el tiempo. El valor R es una medida de cómo resiste al flujo conductor de calor una barrera superficial.
La celulosa tiene tendencia a retener la humedad. Si alguna vez tiene una fuga o experimenta niveles de humedad lo suficientemente altos como para mojar su aislamiento, puede llevar mucho tiempo en secarse. Esto puede permitir que el moho o la podredumbre se arraiguen, y el moho en el hogar puede causar problemas respiratorios graves. Y no solo eso, es difícil deshacerse de él.
Por último, pero no menos importante, el aislamiento de celulosa es más costoso que otros materiales de aislamiento, como la fibra de vidrio. Además, cuando se tiene en cuenta su expectativa de vida más corta, la discrepancia de precios se vuelve aún más evidente. Por ejemplo, la esperanza de vida de la celulosa de 20 a 30 años no es nada en comparación con los 90 a 100 años de la fibra de vidrio.