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Menorca en el Siglo XVI: Desafíos y Transformaciones
En el siglo XVI, la isla de Menorca enfrentó desafíos significativos, especialmente frente a la amenaza turca. En 1535, el infame Barba-rossa saqueó Maó, llevándose consigo alrededor de 800 cautivos y dejando la ciudad parcialmente desierta durante varios años. La defensa de la isla se intensificó en 1554 con la construcción de las fortificaciones en Sant Felip. En 1558, una flota turca llevó a cabo el famoso saqueo de Ciutadella, destruyendo la ciudad y capturando a casi 3,000 personas, lo que marcó el comienzo de la decadencia de la ciudad.
La competencia entre las distintas ciudades de Menorca, junto con la peste bubónica en 1615 y 1652, agravó la situación. En 1570, la corte de Felipe II consideró la despoblación de la isla, aunque esta orden fue rechazada. En el siglo XVII, a pesar de la reconstrucción de las murallas de Ciutadella en 1614, los gobernadores a menudo residían en el castillo de Sant Felip o en el puerto de Maó. Las adversidades continuaron con sequías, malas cosechas, bandolerismo y ataques corsarios, llevando al despoblamiento de las zonas costeras.
A pesar de la arbitrariedad y la violencia de algunos gobernadores forasteros, se implementaron medidas proteccionistas que impulsaron la industria y el comercio, especialmente en Maó, que duplicó su extensión urbana. La población, que era de aproximadamente 5,975 habitantes en 1588, aumentó a 11,800 en 1699. El establecimiento de nuevas comunidades religiosas y la nobleza de algunas familias en Ciutadella fueron eventos significativos.
A finales del siglo XVII, se restauraron o construyeron nuevos conventos religiosos y se erigieron algunos de los principales palacios señoriales de Ciutadella. Sin embargo, el libre comercio acordado en la paz de 1686 con mercancías francesas afectó la producción de tejidos autóctonos. Aunque la entronización de Felipe V no fue recibida con entusiasmo, la causa austriacista no adquirió la popularidad que tuvo en Mallorca.
En 1706, Carlos fue proclamado en Mercadal, y la mayoría de los municipios se unieron a la revuelta. En 1707, las tropas angloholandesas recuperaron la isla bajo el mando del almirante Leake y el general Stanhope, marcando un cambio significativo en la historia de Menorca.