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Girona, bañada por cuatro ríos y mediopartida por el Onyar, tiene, lógicamente, numerosos e importantes puentes. Establecen la comunicación entre la ciudad nueva y la vieja, permitiendo llegar a las zonas periféricas de la ciudad y facilitando su comunicación con el centro.

Las calles y plazas de la Girona vieja están llenas de casales nobles y de elementos arquitectónicos variados que conforman un barrio antiguo con calles estrechas, de un carácter muy marcado, y plazas porticadas muy popules. Es una Girona de edificios de piedra, una piedra gris que combinada con los espacios sombríos y alguna fuente atractiva da su carácter especial al barrio viejo de la ciudad.

La catedral de Santa María es el primer templo de la diócesis en el aspecto artístico y monumental, al igual que lo es en el aspecto religioso. Se levanta muy por encima de las casas que le rodean y esto hace que sea visible de muy lejos. Es uno de los símbolos más representativos de la ciudad.

La Girona vieja está formada por el conjunto de edificios y calles situadas entre el Onyar y la Torre Gironella. Es un sector alargado que sigue el curso del río y por otro lado está limitado por las murallas antiguas. En el centro de este sector se encuentra el núcleo central de la Girona antigua, formado por el recinto de la Força Vella, que tenía un trazado similar al de la Girona de la época romana. De este núcleo primitivo quedan fragmentos de muralla en el patio de la antigua universidad y también en la plaza de la Catedral. La Força Vella tenía como límites la calle de la Força, la plaza de la Catedral y la Torre Gironella.