El contrato a plazo y el contrato de futuros son dos tipos diferentes de contratos comerciales que se utilizan para comercializar un determinado producto en el futuro a un precio fijo y con fecha de entrega.
Ambos contratos son de naturaleza similar porque ambos ofrecen la misma función: la capacidad de comprar y vender un tipo específico de activo en un momento y precio específicos. Sin embargo, difieren cuando se trata de cómo se cumple cada obligación.
Un contrato a plazo es un contrato no estandarizado que permite a las partes personalizar cómo quieren vender o comprar un activo, a qué precio y en qué fecha. Por otro lado, un contrato de futuros es un contrato estandarizado que requiere que el mercado de futuros actúe como intermediario entre el comprador y el vendedor para comprar y vender un activo en una fecha determinada en el futuro y a un precio específico.
La principal diferencia entre los dos contratos es la estructura rígida del contrato de futuro que no permite muchas personalizaciones. Mientras que, el contrato a plazo es más un acuerdo privado entre dos partes que permite que los contratos se personalicen.